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Programa Nacional

Deporte Inclusivo

Buenos Aires

3 de octubre de 2011

Por amor al deporte

En el marco de los Juegos Bonaerenses 2011, Alejandro Rodriguez, secretario de Deportes de la provincia, nos recibió en su oficina y nos contó cómo comenzó su carrera política dentro del deporte, sus experiencias y sensaciones con los Juegos BA y los mensajes que, desde la secretaría de Deportes, se intentan brindar a los millones de chicos que participan de este acontecimiento único.

 

-¿Cuándo comienza tu carrera política pública vinculada al deporte?

Empecé hace tiempo ya. Fueron 12 años ininterrumpidos donde siempre traté de reforzar el aspecto social dentro del deporte, para que sirva no sólo como herramienta de inclusión sino también para brindarle la posibilidad a todas las personas a que practiquen actividades. También, siento que el deporte es el primer eslabón de una cadena para la inserción social.

Desde 2001 hasta 2003 coordiné un programa que no existía en la ciudad de Buenos Aires y estaba vinculado a los clubes de barrio. Luego me nombraron director de Deportes, y ahí reforzamos  la relación de los clubes de barrio de la ciudad. Esta gestión fue la que me llevó a tener relación con Daniel Scioli, que era presidente de la Comisión de Deportes y donde era diputado nacional. Realizábamos un programa donde llevábamos el deporte a las villas, y desarrollábamos actividades recreativas para darle la posibilidad de acercarle el deporte a quienes no tenían esa chance. Esto nos permitía, además, acceder a todas las problemáticas de los chicos y de ahí los derivábamos a otros programas, ya sean de salud, educación, discapacidad, etc.

Posteriormente, en octubre de 2004, me incorporaron a la cartera deportiva, en la subsecretaria de Alto Rendimiento Deportivo. Allí tuve la convicción de hacer crecer el deporte para las personas con discapacidad y pudimos incorporar muchas actividades dentro del CeNARD. Finalmente, en septiembre de 2009, el gobernador de la provincia me convocó para hacerme cargo de la secretaría de Deportes y hasta el día de hoy seguimos trabajando para mejorar este aspecto.

 

-¿Qué significan para Usted los Juegos BA 2011?

Son la experiencia más extraordinaria en mis 12 años de gestión pública. Los juegos significan mucho para mi carrera. Este año superamos el millón trescientos mil de jóvenes, abuelos y trabajadores que a lo largo de todo el año compiten entre municipios. Nosotros les damos la posibilidad de competir, conocer el municipio de al lado y conocer Mar del Plata. Sin dudas, es el programa más abarcativo de todo Latinoamérica. Tengo muchas experiencias hermosas con estos juegos.

 

-¿Qué mensaje tratan de dar en estos juegos?

No sólo queremos utilizar al deporte como herramienta de inclusión social, sino que también los hacemos para bajar líneas, educar y darle una mejor formación a los ciudadanos. Es la oportunidad de aprovechar el hecho de que, por cinco días corridos, miles de chicos y abuelos están en el mismo lugar, motivo ideal para que cuando vuelvan a sus casas, aparte de llevarse una medalla, hagan lo propio con un mensaje e información sobre un nuevo aprendizaje.

-¿Qué es lo más gratificante de esta experiencia?

Lo más gratificante es saber que la gente se apropie del programa, porque certifica que está bien hecha. Y los juegos tienen esa particularidad. Es lindo saber que son la primera instancia de muchos deportistas, por eso dictamos clínicas deportivas de todas las disciplinas con algún referente, de manera de otorgarles el mensaje a los chicos sobre que, dichos referentes, alguna vez no fueron nadie y con voluntad lograron algo.

 

Fue así que, gracias al apoyo de Alejandro Rodriguez y de la secretaría de Deportes de la provincia, CILSA estuvo realizando una exhibición de básquet sobre sillas de ruedas en la, popularmente conocida Rambla de Mar del Plata y en el marco de los Juegos BA 2011, el 2 de octubre.

Sin dudas, la figura de Rodríguez es sinónimo de crecimiento deportivo y, seguramente, seguirá aportando lo mejor con tanto énfasis, voluntad y amor por el deporte.

Por: Martin Páez

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