Fue uno de los beneficiarios de la entrega de elementos en el Hotel UNL-ATE

Juan Carlos Kominek es un hombre de 65 años que vive en la ciudad de Santa Fe junto a su esposa y uno de sus 11 hijos.

A los 52 años se enteró de que es diabético, tras tener una descompostura mientras jugaba un partido de fútbol con el equipo de veteranos de Ciclón Racing. Debido a una gangrena, hace dos años le amputaron la pierna derecha por encima de la rodilla, y desde entonces usa muletas.

Sin embargo, también tiene artrosis y hay momentos en los que no se siente cómodo con las muletas ya que el uso le provoca dolores y molestias en los hombros y la espalda. Por eso, su médico le recomendó el uso de una silla de ruedas para mejorar su calidad de vida.

Desde muy joven es miembro de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos días y se casó con su esposa en un templo en Buenos Aires. En la iglesia del barrio le hablaron de CILSA y pudo tramitar su primera silla de ruedas y ver jugar al equipo de Fútbol de Amputados (FUTAMP).

Siempre disfrutó de hacer deportes, jugar al fútbol, levantar pesas y todo lo que implique usar su fuerza. A los 19 años debutó en el equipo de la máxima división de Colón, en la primera edición de la Copa Argentina y se acuerda orgulloso y sonriente del gol que hizo al minuto de entrar a la cancha.

Trabajó pintando casas, en la Base Aérea de Paraná y en la Municipalidad de Santa Fe, de donde se jubiló cuando empezó con sus problemas en la pierna.

Actualmente sigue siendo una persona activa y con proyectos. Colabora con las tareas de la casa, le gusta cocinar, barrer la vereda y salir. Recientemente asistió al cumpleaños de 15 de una de sus nietas, motivo por el que pasó unos días en una quinta, disfrutando del sol y de la libertad que le da su silla de ruedas.

En el futuro tiene ganas de hacer cosas de madera para vender en alguna feria. Por eso ya se compró una máquina y está ahorrando para comprar materiales y comenzar con su nuevo trabajo.

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