El usuario de silla de ruedas compartió su historia de vida con sus propias palabras.

«Soy Juan Carlos, alias Coy. Tengo 57 años, nací en Córdoba capital un 27 de agosto de 1963. Desde chico siempre viví en la localidad de Arguello; recuerdo que mis atracciones favoritas eran el trompo, los barriletes y el fútbol practicado en las canchas de tierra de mi barrio. Participé en el equipo de reserva del Club Atlético Argentino Peñarol. Soy hincha de Boca y Talleres.

A los 24 años me casé con Noemí Tapia, mi compañera de vida. Junto a ella tenemos 3 tres hijos: Anahí, 31, Tamara, 26, Carlos, 25. Ellos me regalaron 5 nietos (Mia,  Lautaro, Luz, Uma, Natasha y Juan José, quien viene en camino).

A lo largo de mi vida trabajé en diversos rubros, pero me arraigué en una fábrica de bolsas de polietileno donde presté 30 años de servicio. En 2018, tuve un accidente laboral, del cual no pude recuperarme para volver a mi trabajo. Junto a este episodio se me desencadenó una patología de atrofia muscular (ELA). Desde ese momento fui perdiendo movilidad y necesito asistencia de mis familiares para todas mis tareas cotidianas. Debido a esta necesidad de no poder movilizarme, una de mis hermanas se contactó con CILSA para solicitar una silla de ruedas.

Siempre pienso en lo importante que es sembrar. Desde joven aportaba a la ONG sin saber que en algún momento lo iba a necesitar. Fui muy bien atendido en la sede de la Organización.

Mi vida cambió un 100% desde que padezco esta enfermedad. Siempre fui una persona independiente y muy activa, andando de un lado para el otro, trabajando 12 horas al día durante muchos años.

Actualmente, verme imposibilitado para moverme por mi propia cuenta ha sido duro y me afecta sobre todo emocionalmente. Pero doy muchas gracias a Dios por la familia que me tocó, que me ayuda y me contiene en todo lo que necesito, agradezco también a todas las personas que se acercan para asistir en lo que va aconteciendo día a día.»

18323