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12 de diciembre de 2019

Focos

Por Patricia Giglio

 

En distintos puntos de occidente y por diversos motivos, se encienden focos de rebelión y descontento de los pueblos con gobiernos surgidos, paradójicamente, de sus propias elecciones democráticas. La crisis de representatividad parece estar provocando, por un lado, el rechazo a los oficialismos, la desconfianza hacia los partidos políticos tradicionales y la pronta decepción con las nuevas agrupaciones que van surgiendo para capitalizar el descontento; mientras que por otro lado se van dando distintos fenómenos de refugio del electorado disconforme, traicionado o no identificado con el menú de opciones disponibles, que recurre alternativamente a promesas nuevas y atractivas aunque muchas veces vacías, a soluciones mágicas populistas o al paternalismo de las corrientes autoritarias, que prometen protección y seguridad a cambio de resignar cuotas de derechos y libertades.

El sistema en crisis no encuentra respuestas creativas, abiertas e inclusivas que impliquen soluciones para todos por igual, y comienza a cerrarse clausurando fronteras, reflotando nacionalismos, rechazando a los migrantes y dinamitando las uniones de naciones como el Mercosur y la Unión Europea, en las que se aspiraba a flexibilizar los límites y hacer frentes comunes para encarar intercambios más equitativos. La frialdad de las cifras obliga a los pueblos a ajustes muchas veces despiadados e insostenibles, que derivan en pobreza, desocupación, precariedad laboral y pérdida de conquistas sociales históricas en planos tales como la estabilidad, los regímenes jubilatorios y los derechos del trabajador.

Frente a la falta de propuestas satisfactorias de los gobernantes, se generan muchas veces reclamos violentos que, además de no aportar soluciones, profundizan los problemas y crean escaladas de acciones y reacciones en las que todos resultan perjudicados. El diálogo sigue siendo la mejor herramienta para el concierto y el entendimiento, tal como lo enseñó con su ejemplo el Mahatma Gandhi, líder de la no violencia y la resistencia pacífica que, aunque sucumbió víctima de la violencia un 30 de enero de 1948, antes de ello logró, como un pequeño gigante, vencer a un colosal imperio sin derramar sangre, armado sólo con sus convicciones y el poder de la persistencia y la persuasión.

 

 

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