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19 de mayo de 2020

Panno, el rey de los trebejos

Fue uno de los mejores ajedrecistas de todos los tiempos, enfrentando a 10 campeones del mundo. Elaboró un método que lleva su nombre para que los chicos aprendan ajedrez.

 

A los 85 años Oscar Panno, uno de los ajedrecistas más importantes de la historia de nuestro país junto a Miguel Najdorf, se da el gusto de disponer del «método Panno», para que los chicos se inicien en la práctica del ajedrez en las escuelas primarias. El 21 de julio de 1953, los diarios del mundo comunicaban la noticia de que se había adjudicado el Segundo Campeonato Mundial Juvenil de Ajedrez, disputado en la ciudad de Copenhagüe (Dinamarca).

«El viaje fue tremendo: casi 32 horas arriba del avión. De todos modos, cuando llegamos me encontré con un paisaje increíble. El hotel quedaba frente a una plaza que tenía un gran lago con cisnes. Cuando gané, el Presidente de la Nación, el General Perón, me llamó para felicitarme y decirme que tenía 15 días de vacaciones en París de regalo. Le agradecí y le dije que no, que quería regresar al país. ¡Cómo me arrepentí! De todos modos, cuando volví y me fue a saludar, le dijo a uno de sus secretarios: ‘Este joven necesita una movilidad’. Y a los pocos días golpearon la puerta de mi casa y tenía un Fiat 1100 para mí», contó Panno alguna vez.

Se trataba del segundo título universal que conquistaba un ajedrecista latinoamericano desde que el cubano José Raúl Capablanca alcanzara el Campeonato Mundial Absoluto en 1921.

El flamante monarca del juego ciencia nació el 17 de marzo de 1935 en el barrio porteño de Saavedra, al igual que Alberto «Negro» López (bicampeón mundial de básquet), Hugo Porta (considerado el mejor apertura de rugby), Rubén «Marqués» Sosa (uno de los mejores cabeceadores del fútbol argentino) y el inolvidable Roberto «Polaco» Goyeneche.

El extraordinario ajedrecista argentino aprendió las jugadas básicas en la casa familiar de la calle Mariano Acha donde su padre, Francisco Panno, de profesión mecánico y aficionado al juego, sentaba al pequeño Oscar y a su hermano César ante el tablero los días de lluvia para que no se aburran.

River, el club de sus amores, fue clave. El destino reunió al pequeño Oscar con el maestro Julio Bolbochán, quien se desempeñaba como profesor de ajedrez en el club. Allí se empezó a forjar una relación estupenda entre ambos y una historia gloriosa para este notable ajedrecista.

Retomando aquel 21 de julio de 1953, Panno conquistó el Segundo Campeonato Mundial para menores de 20 años (Argentina lo lograría nuevamente con Carlos Bielicki en 1959 y Pablo Zarnicki en 1992) y fue coronado un día después, en el acto de entrega de premios, siendo tapa de los principales diarios del mundo. Al año siguiente, conformó el equipo argentino olímpico en Amsterdam y se clasificó subcampeón mundial.

Llegó a alcanzar un Elo 2580 (el año pasado todavía mantenía 2438), fue considerado una de las grandes promesas del ajedrez de su época y entre sus derrotados aparecen figuras de primer nivel como Bent Larsen, Viktor Korchnoi, Boris Spassky, Erich Eliskases, Lazslo Szabo, Lev Polugaievsky y Henrique Mecking.

Representó al país en 11 olimpíadas, fue Gran Maestro a los 20 años, integrante del notable equipo de analistas de Viktor Korchnoi en su recordado y promocionado duelo con Anatoly Karpov en Filipinas 1978, entre muchas conquistas. Además, el 18 de julio de 2006 fue declarado «Personalidad Destacada de la Cultura» por la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires.

Durante una década, entre 1958 y 1968, suspendió su carrera ajedrecista  y se dedicó a continuar los estudios superiores en la Universidad de Buenos Aires hasta obtener el diploma de Ingeniero Civil, complaciendo el sueño de su padre.

 

«El mejor fue Petrosian»             

Panno enfrentó a 10 campeones mundiales. Cuando le preguntaron cuál había sido el mejor, el más difícil, fue contundente: «Todo campeón mundial es un ajedrecista de muy alto nivel, he tenido partidas importantes contra ellos. Tigran Petrosian fue el mejor en concepto posicional del ajedrez, pero quien me impresionó más por su técnica, estrategia e inmensa memoria de variantes es Gari Kasparov contra quien he jugado cuatro partidas».

También se enfrentó al recordado y particular Bobby Fischer. «Él tenía carácter fuerte y a veces armaba sus rabietas, pero en las tres oportunidades que nos enfrentamos estuvo tranquilo, normal, incluso al final de las partidas nos quedamos analizando variantes. No lo vi intimidante».

El armenio Tigran Petrosian fue campeón del mundo entre 1963 y 1969, Bobby Fischer entre 1972 y 1975 y Gari Kasparov entre 1985 y 2000. Los dos primeros ya fallecieron, mientras que Kasparov se ha dedicado a la política y a escribir libros de ajedrez en Rusia.

 

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