A los 33 años, la conocida actriz, que está ensayando “Jauría”, obra teatral que estrenará en el teatro El Picadero cuando pase la pandemia del coronavirus, se presenta como una mujer sabia y reflexiva. En entrevista exclusiva con CILSA y la Gente, la oriunda de Banfield opinó sobre la solidaridad, el papel de las ficciones y el rol de los actores con las personas que más necesitan.

Vanesa González es muy solitaria y le gusta el silencio. Por eso vive sola en un departamento de un barrio porteño. En verdad, sola es una forma de decir. Ya que desde hace algo más de dos años la acompaña una mascota: Mario Alberto, un perro que adoptó por una red social. “Yo tenía una gata y estaba muy acostumbrada a vivir con gatitos. Ella se enfermó y falleció así que empecé a averiguar para adoptar nuevamente y vi que había un perro. Le escribí por Facebook a la persona que lo tenía y me contó que tenía tres. Me preguntó cuál quería y yo le respondí que me dé uno, no quería elegir”, afirma la conocida actriz que se prepara para “Jauria”, una obra teatral escrita por el dramaturgo Jordi Casanovas, que se iba a estrenar a fines de marzo en el teatro El Picadero, pero se postergó por la pandemia del coronavirus.
“Jauría” gira alrededor de un juicio a cinco hombres por una violación en grupo. Justamente, Vanesa suele elegir papeles en ficciones que se involucren con las problemáticas sociales. Además, pertenece al colectivo “Actrices Argentinas” y milita a favor de los derechos de las mujeres. Recientemente, interpretó a la mamá adoptiva de Carlos Tevez en “Apache”, la serie de ocho capítulos que emitió Netflix. “Mi personaje es Adriana, la mamá adoptiva de Carlos. Es una mujer fuerte, de naturaleza maternal. Es francamente eso, una madraza. Tuve la oportunidad de poder conocerla y conversar con ella”, rememora la actriz de 33 años que tuvo que filmar en el barrio Ejército de los Andes durante cinco meses.
Luego de hacer un alto en los ensayos de “Jauría”, la oriunda de la ciudad bonaerense de Banfield atiende en exclusiva con CILSA y La Gente para dar su punto de vista sobre la solidaridad, uno de los valores humanos por excelencia.
-Vanesa, ¿qué lugar ocupa la solidaridad en tu vida?
-Sobre todo, desde el lugar que me quiero vincular. Ya sea en la acción, en la escucha. Creo que la solidaridad es un estado de conciencia. Tiene que ver cómo nos criaron, con las cosas que vimos, con cómo nos sentimos cada uno, individualmente. Pero sí sé y elijo que mis vínculos sean desde ese lugar. Más allá de cualquier acción solidaria que uno pueda hacer a nivel social. Creo que empieza también en el día a día con los vínculos más íntimos, que no es algo para una vidriera. Tiene que ser un comportamiento profundo.
-¿Quiénes te inculcaron los valores más importantes?
-Mi madre, mi padre, mis abuelos, mis amigos y los animales que me ha acompañado. Pero también mis maestros. Mis maestros del teatro, personas a las que quiero mucho y que he tenido la suerte de encontrarlos cuando era adolescente. Y que han aportado mucho a mi espíritu y a mi mente.
-¿Los argentinos son solidarios?
-Creo que hay personas solidarias y otras que no lo son. Reitero, para mí, la solidaridad es un estado de conciencia. Con lo cual, me parece muy difícil generalizar. Elijo creer que sí, que lo somos. Creo que ayuda a que creamos que los somos.
VALORES: EL ROL DE LAS FICCIONES Y LOS ACTORES
-¿Crees que desde las ficciones se pueden inculcar valores en la sociedad?
-Lo creo siempre y cuando la idea no sea bajar esa línea. Bajar ningún tipo de línea. No elijo las ficciones en donde lo que esté viendo, me esté diciendo ni cómo tengo que ser, ni cómo debería ser, ni como ser mejor o ser peor. Con lo cual, pienso que eso siempre tiene que ser, a lo sumo, un espejo para el espectador. Ver algo en lo que uno entienda cuál son sus propios valores y reconocerse en lo que está viendo. Pero repito, no estoy de acuerdo con que la ficción pretenda inculcar un valor o levantar el dedo sobre como uno debe hacer o no. Si creo en que la ficción o los actores somos un medio de comunicación, que está relacionado con la exposición que tenemos. Pero sí es responsabilidad de cada uno de nosotros, o de cada ficción que se realice, tomar conciencia de ese nivel de exposición.
-¿Es importante que las personalidades brinden su granito de arena a las instituciones sin fines de lucro?
-Si no es una postura, sí. Lo reitero, no creo que la solidaridad sea algo para mostrar ni para decidir bajar una línea o para que eso hable de nosotros. Creo que tiene que ver realmente con una actitud genuina, que tiene que salir de nosotros. Que tiene que ver con cuán identificados no sentimos con lo que estamos haciendo. Cuánto creemos en eso y si la acción es genuina verdaderamente. Cuando se publican demasiado, por lo menos a mí, me hace ruido. Porque la solidaridad tiene ver acciones íntimas que hacemos. Pero no con exponerlas.
-En tu caso personal, ¿sos de colaborar con alguna institución o causa?
-Soy de colaborar con todo lo que pueda. Me pasa de caminar por la calle y sentir que con todo lo que pueda colaborar lo hago. No puedo pasar de largo. Para mí no existen las personas invisibles. Con lo cual, no pienso que la solidaridad este absolutamente relacionada con una institución, causa o nada que tenga que ver con algo tan expuesto. Si bien las hay y colaboro, cada vez que salgo de casa, hay personas que necesitan de uno. Cada vez que voy al supermercado, que está al lado de mi casa, la persona que conozco, necesita una botella de agua, se la doy. También le pregunto cómo está. Eso no me va a hacer la persona más buena del mundo. Pero la solidaridad empieza en esas pequeñas acciones.
-A menudo se habla de la inclusión de las personas con discapacidad. ¿Pensás que hay mayor equidad o estamos en pañales?
-Pienso que hay mayor conciencia. Se han tomado varias decisiones al respecto. Pasa que esto está ligado absolutamente con la empatía. Se pueden tomar un montón de decisiones, pero si realmente no nos vemos en el otro, vamos a seguir estando complicados. Creo que, en eso está el camino a la evolución que tenemos que hacer. En la humanidad tenemos un problema muy importante con la empatía. Por más que uno lo tenga individualmente, tiene que ser una sensación homogénea y todavía no lo es. De hecho, lo estamos viendo con el coronavirus. Es increíble el nivel de capricho que manejamos como humanos. Subestimamos las cosas que escuchamos.

Por Juan Ignacio Penlowskyj

Fotos: Vanesa González