Fue uno de los beneficiarios de la entrega efectuada el 4 de octubre en la Escuela Brown

Lucas Nicolás Gómez vive en el barrio Yapeyú junto a sus padres y su hermano mayor. Usa silla de ruedas desde los cuatro años porque tiene mielomeningocele.

Gisela, su mamá, consideraba que con solo tres años, la comodidad de la silla iba a quitarle ganas de hacer rehabilitación. Por ello, cuando le dieron su primera silla de ruedas (en la obra social donde trabajaba el papá) intentó esconderla para que Lucas no se sintiera mal. Pero él se dio cuenta y empezó a preguntar. Hasta que un día le dijo: ”yo sé lo que es, me quiero subir”. “Enseguida empezó a andar por todos lados y estaba muy contento”, relató Gisela.

Mientras hacía rehabilitación en el Hospital Vera Candioti una terapista ocupacional le sugirió que se acercara a CILSA para hacer alguna actividad. Así conoció el Complejo Polideportivo: empezó asistiendo a la colonia, después a la Escuela de Iniciación Deportiva y ahora forma parte del equipo de básquet sobre silla de ruedas.

Como su silla estaba muy deteriorada y a punto de romperse, inició los trámites para una nueva. El 4 de octubre Lucas recibió su primera silla de ruedas por parte de CILSA. “Justo cuando me volvía con las ruedas en la mano porque la silla de Lucas se había roto, me avisaron que ya estaba la silla de CILSA. Fue un alivio”, recordó Gisela.

Lucas es muy independiente, no quiere ayuda para nada, ni siquiera para hacer la tarea. Transita con autonomía las seis cuadras que lo llevan a la escuela Ceferino Namuncurá, donde cursa el séptimo grado. Disfruta de la independencia que le da la silla, hace mandados, visita a su abuela que vive cerca, juega con sus amigos en la vereda y sale a pasear con ellos. Le gusta mucho el fútbol y en el futuro quiere ser periodista deportivo.

“Admiro el espíritu que tiene, es un nene que se integra y disfruta a su manera, a todo le encuentra la vuelta”, cuenta su mamá orgullosa.

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