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Programa Nacional

Educación

Santa Fe

1 de octubre de 2017

Centros de Formación POETA – CILSA: el turno de los orientadores

Como parte del equipo del Programa de Oportunidades Económicas a través de la Tecnología en las Américas (POETA), toman la voz quienes se ocupan de planificar y acompañar las actividades.

Los Centros de Formación POETA – CILSA de La Plata, Mar del Plata, Córdoba, Santa Fe y Rosario recibieron en su última edición a más de 200 participantes nuevos que comienzan un proceso de alfabetización digital, desarrollan competencias básicas para utilizar una computadora, navegar en internet e introducirse en el mundo de la programación y el diseño web.

La capacitación en habilidades digitales y ciencias de la computación tiene un objetivo claro: ampliar las oportunidades de inserción laboral de personas con discapacidad y en situación de vulnerabilidad social en pos de su inclusión socioeconómica.

En esta edición de CILSA y la Gente, se comparten testimonios sobre el día a día en los Centros de Formación. Toman la voz quienes se ocupan de planificar y dictar los talleres de Formación para el Mundo del Trabajo, se trata de la mirada de las orientadoras y las experiencias enriquecedoras que tienen para revelar

LA TAREA: INVITAR A LA ACCIÓN
Agustina, de La Plata: “Desde mi rol de Orientadora, tengo el desafío y la responsabilidad de acompañar a los jóvenes con discapacidad y en situación de vulnerabilidad a través de los Talleres de Preparación para el Mundo del Trabajo y de Orientación Vocacional Ocupacional. En estas instancias, se brindan herramientas pensadas para mejorar condiciones de empleabilidad a partir del fortalecimiento de sus competencias y habilidades. Se trata de una invitación a ponerse en acción, a ser protagonistas de sus procesos de búsqueda, siendo conscientes de sus recursos y conociendo las oportunidades que ofrece el entorno.”

DOBLE DESAFÍO
Magdalena, de Córdoba: “Promover procesos de empoderamiento y mejora de las condiciones de empleabilidad en los participantes del programa POETA, implica un doble desafío: por un lado, trabajar de manera grupal, para que pueda ser un espacio donde se compartan distintas experiencias y pensamientos, y que simultáneamente cada uno se enriquezca en ese compartir. Se trata de fomentar vínculos entre los participantes y que cada joven pueda sentirse cómodo en un grupo. Esta parte del trabajo es clave para que se creen lazos que muchas veces perduran en el tiempo. Por otro lado, acompañar a cada participante del programa en su proceso de formación, teniendo en cuenta las particularidades de cada uno y siempre tratando de potenciar sus habilidades y fortalezas.”

ANDANDO Y DESANDANDO CAMINOS
Andrea, de Santa Fe: “Las orientadoras invitamos a pensar y repensar las elecciones cotidianas, triviales, cruciales, porque al fin de cuentas lo importante es que se ejercite el derecho a elegir, a pesar de que las circunstancias a veces sean apremiantes. Pensemos por ejemplo en madres sin trabajo, personas con discapacidad, desempleados, jóvenes sin secundario finalizado, el futuro incierto, la situación socioeconómica del país, la sociedad al ritmo de la tecnología y otras realidades que obnubilan las decisiones con respecto a un proyecto ocupacional que implique trabajar, estudiar o emprender. Por esta razón lo que más destaco del trabajo de las orientadoras es el hecho de invitar a detenerse a pensar con mayor claridad en “quién soy yo y qué quiero hacer”. POETA consiste en recorrer juntos el camino que cada participante comparte con el espacio, recordarles que miren por dónde anduvieron, dónde están situados hoy e invitarlos a decidir hacia donde dar los próximos pasos… el secreto es no dejar de andar.”

EN CONSTANTE RELACIÓN CON EL CONTEXTO QUE NOS RODEA
Camila, de Rosario: “El presente de las poblaciones con las que trabajamos se torna cada vez más complejo en función de este ‘nuevo momento’ que hace que se encuentren con más obstáculos para lograr su plena inclusión y vinculación con oportunidades; además, al mirar hacia afuera tienden a elaborar la fantasía de que nunca van a poder lograrlo, anticipándose de algún modo al fracaso. Esto me convoca a repreguntarme y recordarme para quiénes trabajo y cuál es su realidad, su día a día, para así reconstruir este rol como orientadora. A veces, se hace difícil… hay factores que quedan fuera de nuestro alcance, pero el cambio es posible si es pequeño y profundo porque para eso estamos, para dar herramientas, contener, acompañar y mostrar que se puede”. En palabras de una participante se trata de “aprender a tener firmeza, seguridad, confianza, y sobre todo a perder el miedo a perder e intentar abrir nuevas puertas”.

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