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Programa Nacional

Voluntariado

Buenos Aires

13 de febrero de 2015

El baluarte de las organizaciones

En Argentina, el voluntariado social refleja la participación de personas que suman su tiempo y sus ganas para contribuir con el bien común. Entrevista con Diana García, de Fundación Cláritas.

Más que con una respuesta como muchos creen, el voluntariado nace con una pregunta, un interrogante deseoso de ser contemplado: ¿qué puedo hacer yo? Es decir que en su pensamiento, el futuro voluntario considera sumarse a una organización, a un conjunto de personas, para contribuir en una causa de interés o en alguna temática a través de la cual ese individuo se siente identificado.
El voluntariado nació y se desarrolló a partir de distintos paradigmas. Primero, con el paradigma de la acción social, de tipo caritativa, que consistía en una asistencia de arriba hacia abajo, es decir, de alguien que podía para otro que no tenía medios ni recursos de ningún tipo. Pero con el paso del tiempo surgió otra visión, otro paradigma relacionado con una idea de voluntariado como un aporte profundamente desinteresado y bajo el precepto de entregar sin esperar algo a cambio.
Desde estas dos ideas iniciales se fue evolucionando hacia un voluntariado social, que es el que se está dando en Argentina, en Latinoamérica y en el mundo. “Se trata de un voluntariado que encierra la participación social y que aspira a que cada uno contribuya desde su lugar, con sus posibilidades, experiencias y saberes, al bien común. Esto incluye la búsqueda de un problema, la desigualdad y la inequidad”, expresó la Lic. en Psicología Diana García, quien además es docente de la Escuela Latinoamericana de Emprendedores Sociales de la Fundación Cláritas, donde ocupa el cargo de directora ejecutiva.
En consonancia, García agrega que con el voluntariado se intenta contribuir para generar sociedades más justas en un mundo donde la vulnerabilidad social de muchas personas hace que queden excluidas de los circuitos culturales, económicos y tecnológicos.
Por lo general, las organizaciones sin fines de lucro atraviesan crisis profundas en cuanto al financiamiento y la gestión de sus propósitos. “Creo que los voluntarios son un componente clave dentro de los recursos humanos. La gente es el principal recurso en una organización. Se necesita si o si contar con esa masa crítica de personas que tengan tiempo y ganas. Y cuando digo tiempo no me refiero a pasar una gran cantidad de horas, sino a hacerlo a través de un uso estratégico del tiempo. Toda organización social necesita voluntarios para llevar adelante sus funciones. Esto es una realidad”, exclamó García, que posee una vasta experiencia en el ámbito del voluntariado tras desempeñarse como consultora e integrante del staff profesional de Desarrollo Institucional en diversas organizaciones sociales como FUNI (Asociación para el Futuro del Niño), Iglesia Evangélica del Río de la Plata (IERP), Hogar AMAR, Esclerosis Múltiple Argentina (EMA), ADEEI (Asociación para el Desarrollo de la Educación Especial y la Integración) e INFANT (Fundación para la Investigación en Infectología Pediátrica).
El valor intrínseco de la participación social
En nuestro país existen diversas formas de poner en práctica el voluntariado. Actualmente, las redes sociales están revolucionando en el tema ya que muchas personas realizan voluntariado virtual, difunden mensajes y promocionan una organización. Pero no a todos les gusta lo mismo. Y en este aspecto, García es tajante: “hay que pensar cuáles son las capacidades, las posibilidades de alguien y cómo éstas pueden ser aprovechadas al máximo para lo que la organización necesita. Todo lleva el compromiso con una causa que está orientada a resolver problemas sociales. Ahora bien, hay que entender que el voluntariado no va a resolver las problemáticas en su totalidad: aunque nazcan para dar respuestas, las organizaciones también necesitan de política pública para afrontar las problemáticas”.
Y al expresar que las organizaciones necesitan de voluntarios como recursos, es porque se piensa que toda organización es ante todo su gente, aunque también éstas necesiten de una gestión y un compromiso de parte de sus directivos para que el trabajo no sólo se sustente en el voluntariado.
“Cuando alguien toma conciencia de que es un ciudadano con un rol en su sociedad, cuando alguien ve que puede dejar una huella, encuentra un camino muy significante, muy constructivo. Ser voluntario te transforma, te abre perspectivas, te conecta con la realidad del otro, es en el otro donde visualizas un aporte de vos mismo. Estás hermanado en la condición de persona. Para las organizaciones, recibir voluntarios es un compromiso”, cerró García.

 

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