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30 de junio de 2022

Transmutar en la danza

Son un colectivo de artistas conformado por personas con y sin discapacidad. En 2021, estrenaron un espectáculo de danza con un mensaje de superación colectiva e individual.

Lo mío no es la danza pero me presento como bailarín y aparentemente a la gente le gusta”, dice entre risas Gabriel Figueroa, estudiante del Profesorado de Educación Musical e integrante del espectáculo Transmutando.

Junto a su amiga y directora de la obra, Laura Cisneros, conforman un grupo de 15 artistas con y sin discapacidad. Ella es Profesora de Educación Física y baila desde los 5 años. Actualmente, cursa la Licenciatura en Composición Coreográfica en la Universidad Provincial de Córdoba.

A los 29 años me sucedió una lesión; un cavernoma medular que me afectó las cervicales”, cuenta Laura en su presentación. Utiliza silla de ruedas desde 2011 y resalta que hoy puede respirar “sin esos tubos”, gracias a una cirugía que se realizó en España donde le colocaron un estimulador diafragmático.

Danzando Ando es el nombre del colectivo de artistas que empezó a conformarse poco antes de la pandemia, a través de una convocatoria por redes que inició Laura. Se reconocen como colectivo y no como compañía, porque cada uno tiene un rol, explica la directora. Finalmente, en 2021, estrenaron su espectáculo en el Teatro de Ciudad de Las Artes de Córdoba.

Entre las historias de cómo llegaron a la danza, Laura habla de un antes y un después de su lesión. “Me costó mucho volver, hacer un quiebre, pensar que podía bailar desde una silla de ruedas. Me llevó años decidirme y decir ´voy a empezar a hacer esto porque amo hacerlo’”. Gabriel cuenta que, además de pasar por varias disciplinas deportivas, había una cuenta pendiente con la danza hasta que llegó la invitación de su amiga: “había visto videos de chicos bailando en sillas de ruedas y hacían un montón de cosas que yo las veía posible. Me copaba la idea de hacer esos movimientos y esta oportunidad fue especial para implementarlo”.

Transmutando es un espectáculo que, según sus creadores, trata un poco sobre los avatares de la vida. Sentir, padecer, enfrentar, sanar y transmutar. Pero esta vez, contado a través de la danza.

CULTURA ACCESIBLE
Danzando Ando empezó como cualquier proceso, a prueba y error. “Las dificultades las encontramos afuera, especialmente, las referidas a la accesibilidad”, explica Laura. A pesar de ello, afirman haber encontrado en la universidad un espacio adaptado, accesible y que supo entender las necesidades del grupo.

La obra quiere girar por diferentes escenarios, “por visibilidad y por trabajo”, dicen. Pero para que esto suceda, es necesario contar con los recursos y espacios adecuados. “Me parece justo y necesario porque nosotros trabajamos con el cuerpo, que es el instrumento que usamos para todo. Es importante y valioso que así se vea”, expresa Laura.

LAS SILLAS SOBRE EL ESCENARIO
Sobre la experiencia de montar dos o tres o más sillas de ruedas sobre un escenario, Gabriel dice que no es lo habitual. Barajando algunas hipótesis piensa que “quizás es porque no son un número tan grande de personas con discapacidad las que se dedican al arte, a la danza”. Para él, las reacciones del público son positivas y recuerda la emoción de sus padres cuando vieron el espectáculo por primera vez. Lo distintivo de la obra lo encuentra en ese grupo de artistas que, a pesar de verse diferentes, dejan ver su pasión por lo que les gusta. Laura también reflexiona sobre esto y dice que “hace mucha falta el acompañamiento de la familia, es súper importante para que uno se sienta seguro”.

Sin intenciones de spoilear el espectáculo, cuentan que en la recta final hay una luz de esperanza. «Siempre llega”, agrega Laura. Habla de la danza como un “sentirse parte”, donde la discapacidad parece no limitarla: “se me movilizan todas las células cuando bailo a pesar de no moverme”. Gabriel, asume el aprendizaje y lo siente como todavía “algo a superar”. Quieren seguir estudiando y formándose en la música y la danza. En reiteradas ocasiones se les pregunta por el cómo y ellos sólo hablan de expresarse. El cómo, pueda que encuentre explicación en las palabras de la directora y bailarina del espectáculo: “yo les diría que lo que no tiene límites es la cabeza”.

BECARIOS
Laura llegó al Programa de Becas de CILSA a través de una invitación por e-mail para poder sostener sus estudios en la Universidad Provincial de Córdoba. “Soy becaria desde el año pasado y la verdad es que me ha ayudado un montón en el tema del transporte”.

Gabriel accedió a la beca a través de un anuncio en las redes sociales y manifestó la importancia de mantener estos espacios de acompañamiento: “Creo que es muy importante el hecho de que una persona con discapacidad, sea cual sea, pueda formar parte de la sociedad, sentirse útil, satisfecho y poder llevar una calidad de vida buena”.

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