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La propuesta surgió de una actividad que la niña había realizado en su escuela, en el taller de manualidades, con materiales de la vida cotidiana. Así que, para poder replicarla, los pequeños buscaron objetos que tenían en el hogar y podían servir para la confección. Con los materiales seleccionados, se pusieron a trabajar y los posapavas quedaron terminados después de un tiempo.
Además de la actividad en sí misma, la cual fue coordinada por la niña que la propuso, se instaló en el grupo la posibilidad no sólo de aprender sino también de enseñar, de valorar sus propios conocimientos y habilidades y combinarlos con los de los demás compañeros generando un tipo de aprendizaje más significativo.

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