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18 de septiembre de 2021

ESPACIOS DE TRANSFORMACIÓN

Análisis de las situaciones que atraviesan los participantes que ingresan a “Un niño, un futuro” provenientes de hogares convivenciales.

 

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Generalmente los participantes de los espacios del Programa “Un niño, un futuro” de CILSA provienen de las escuelas del barrio o de familias que ya conocen la propuesta. Sin embargo, en algunos casos, se trabaja con infancias que residen en hogares convivenciales.

Los niños y las niñas institucionalizados dejaron de vivir en casa con sus familias, no ven a los amigos del barrio y fueron cambiados de escuela. Atraviesan situaciones de miedo, abandono, nadie les cuenta lo que está pasando, las causas y los efectos.

Comienzan a habitar un lugar distinto, con personas que desconocen y reglas a cumplir. En este sentido, los dispositivos de CILSA quedan incluidos como parte de lo “nuevo”. Es aquí donde se les explica que integrar el Programa no implica un traslado de institución o separación de sus hermanos, sino que se trata de un lugar de disfrute.

El camino es recorrido por todos: los equipos educativos, los participantes que ya asisten y las infancias institucionalizadas. “Cuando llega alguien nuevo, brindamos abrazos, escucha e invitamos a jugar”, cuentan desde los equipos de trabajo y agregan: “Los mismos niños relatan cómo son los días en CILSA”.

Con el trascurrir del tiempo, quienes se suman a los dispositivos de la ONG comparten aspectos relacionados a su niñez. “En este proceso empezamos a familiarizarnos con un lenguaje, al escuchar palabras o frases como´tengo visitas´, ´juzgado´, ´me cambiaron de casita´, ´antes de vivir acá´, ´cuando vuelva a estar afuera voy a vivir con´”, comentan desde el espacio Ringuelet de La Plata.

Los vínculos comienzan a afianzarse, sobre todo porque el juego cobra un lugar preponderante y reina la libertad. “Parece lógico, pero no lo es. Esto responde al funcionamiento de los territorios convivenciales. Allí hay ´casitas´ divididas por sexo y edad. Por una cuestión organizativa, no tienen mucho contacto entre ellas. Esto transforma a nuestro espacio en un lugar donde el diálogo y el amor surgen sin impedimentos”, afirman desde el equipo platense.

 

COMPRENSIÓN, EMPATÍA

Un aspecto a destacar es la relación con los alimentos. “Un niño, un futuro” garantiza el desayuno y la merienda, y es habitual que los participantes que se suman, sientan ansias de comer. Quizá el acceso a la comida no haya sido suficiente en su entorno familiar, también puede deberse a cómo se administra y fracciona la alimentación en el ámbito convivencial. Paulatinamente, comprenden que tienen el acceso asegurado a desayunos, meriendas y colaciones, lo que promueve el disfrute sin preocupaciones.

Por otro lado, esta población pierde muchas de las cosas que la identificaban, sin sentir como propios elementos como la indumentaria, los juguetes, entre otros. Por ello, en cada comienzo de ciclo lectivo, CILSA entrega kits escolares a cada uno de los participantes. “Pudimos notar una alegría inmensa y entusiasmo. Se vio reflejado en cada uno, como afloraba la emoción al tener muchas de esas cosas por primera vez. Escuchamos relatos y vimos caras de felicidad con ojos llenos de lágrimas”, añaden quienes planifican las actividades diarias.

 

EL ROL DE LOS EDUCADORES

Desde los equipos de trabajo se acompaña y apoya el proceso durante la vinculación con una nueva familia, en una pre adopción, o en el caso de niños y niñas que fueron trasladados a otra institución y regresaron. Una característica principal de los espacios de CILSA es la transformación. Allí aprenden y conocen nuevas realidades, maneras de vincularse, comparten alegrías y tristezas, entre tantas otras cosas que amplían la mirada y la empatía.

También se trabaja en la comprensión sobre cómo hablar con ellos y ellas, desde el lugar de lo posible y utilizando como principal herramienta el diálogo. “Seguimos recorriendo un camino de aprendizaje y experiencia siendo que cada niño o niña que ingresa al Programa, implica un nuevo desafío a asumir con amor y responsabilidad”, concluyeron los educadores.

 

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