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Tras dialogar sobre los aspectos buenos y malos que cada uno posee, los pequeños se abocaron a la tarea de dibujarlos en afiches.

Así, de un lado colocaron las virtudes, mientras que del otro, con colores fuertes como negro, rojo y azul, escribieron los defectos, los cuales abordarían en un futuro a los fines de modificarlos.

Una vez finalizados, individualmente, se fueron refiriendo a las fortalezas y debilidades percibidas.